Hay muchas maneras de manifestarse. A veces, cosas que aquí nos parecen corrientes, en otros lugares son revolucionarias. Por ejemplo, una mujer al volante. No hablamos de Irán o de Afganistán, esos países que siempre nos señalan como violadores de los derechos de las mujeres. No. Es en Arabia Saudí donde hoy se ha convocado a las ciudadanas a que cojan sus coches y se den una vuelta. Una protesta así de sencilla... y así de complicada en un lugar donde las mujeres no pueden conducir.
En realidad, no existe ninguna prohibición directa contra las conductoras. Simplemente solo se expiden permisos de conducir a los hombres. Algunas se sacan el carnet en otros países, pero aun así, están estrechamente vigiladas por el Comité para la Promoción de la Virtud, ya que consideran que conducir provoca que las mujeres se relacionen con hombres (otros conductores, mecánicos, guardias...). Y eso sí que no. Las detenciones están al orden del día: el día 9 de este mes seis mujeres fueron detenidas por conducir. Estos arrestos son los que han provocado que hoy se convoque esta jornada de protesta.
Manal Al Sharif fue detenida por colgar este vídeo en internet
Por cierto, las mujeres sauditas sí que pueden comprar coches. Para que los conduzcan hombres, claro: sus familiares o conductores disponibles las 24 horas del día.
Esta limitación sobre la conducción no es la única que soportan las sauditas. Por ejemplo, no pueden dirigirse a un tribunal sin el permiso de un tutor (imaginaos lo que ocurre si la denuncia es contra él), ni viajar sin su aprobación. Pero no os creáis que Arabia Saudita no es un país moderno: cada vez que una mujer sale del país, su tutor recibe un SMS anunciándoselo. Por supuesto, tampoco pueden andar solas por la calle, ir al médico sin permiso... Ni siquiera nadar en la piscina, como comprobó Rachel Reid, corresponsal de la BBC en Arabia Saudita.
Hay que decir que no es la primera vez que se realiza una protesta de mujeres conductoras. La primera tuvo lugar el 6 de noviembre de 1990. Hace más de 20 años, pero las mujeres que hoy se atrevan a conducir se exponen a lo mismo: ser detenidas y que se confisquen sus pasaportes, y perder su trabajo si lo tienen. Pero quizá sea la única manera de hacerse oír y por fin, poder controlar una parcela de sus vidas, aunque solo sea un volante.