miércoles, 1 de junio de 2011

Pasando la medianoche en París (y más si se pudiera)

¿Sería mejor tu vida si hubieras nacido en otra época? Woody Allen ha vuelto este año con esta pregunta y con una película fantástica (en todos los sentidos): Midnight in Paris. La película también es una carta de amor a un París idealizado (pero qué más da, ¡qué bonito es ese París!) y a todos esos escritores, pintores, cineastas... que hacen que el arte sea lo que hoy es.

Owen Wilson (un cómico con gran experiencia no solo en taquillazos) es Gil Pender, un escritor americano que viaja con su prometida (Rachel McAdams) a París para visitar a sus suegros. Pero allí se encuentran a unos amigos de ella, que a Gil no le caen nada bien, así que mientras su prometida pasa el tiempo con sus amigos, él se intenta escaquear. Y así conoce París... y un extraño coche que cada madrugada le transporta a su época favorita: los años 20.


El viaje a los años 20 lo hacemos de la mano de Gil Pender, un tipo muy parecido al propio director, con sus tics y sus tartamudeos (vamos, como suele pasar en casi todas sus películas). Allí conocemos a Hemingway, a Scott Fitzgerald, a Picasso, a Buñuel... y a Adriana, la musa de la mayoría de ellos, la estupenda Marion Cotillard. Todo esto con la música de Cole Porter y Django Reinhardt, que nos transporta y encandila.

No sabemos cómo funciona ese extraño hechizo, qué tiene que hacer Gil para volver a la realidad, pero qué más da. Embrujados por el ambiente y unas conversaciones que cualquiera hubiera pagado por escuchar de verdad, se nos olvida todo, hasta que ha pasado ya más de una hora y media y que, como Cenicienta, tenemos que volver a nuestro mundo. Eso sí, como le pasa a Gil, volvemos con una sonrisa en la boca.





PD. Hace unos minutos le han concedido el premio Príncipe de Asturias al gran Leonard Cohen. Desde aquí lo celebramos con su música.


EDITO: Si queréis saber más de Leonard Cohen, aquí tenéis la entrada de uno de nuestros compañeros, Santiago Peribañez, le ha dedicado.

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