En los últimos días un documental da vueltas por internet. Es "¡Copiad, malditos!", en el que su director, Stéphane M. Grueso, habla sobre la propiedad intelectual.
El tema es espinoso: ¿qué es la propiedad intelectual?, ¿la copia privada es legal?, ¿se puede continuar el modelo actual de las industrias culturales?, ¿y el de las asociaciones como la SGAE?, ¿cómo se puede registrar un producto cultural con una licencia Creative Commons?, ¿sirve para algo la Ley Sinde?... Muchas preguntas a las que intentan dar solución. Pero no solo el tema escogido es polémico, el mismo documental lo es. En él, aparecen imágenes del proyecto "Educar para Crear", en los que aparecen niños diciendo que no debería haber copia privada (que es legal) o representando una obra de teatro contra la piratería, que algunos juzgaban fuera de contexto. También se criticó que el documental fuera emitido en la televisión pública o que no fuera objetivo (mejor la eterna discursión de "¿y qué es ser objetivo?" la dejamos para otro momento). Los autores han contestado a todas estas pegas en su blog.
Una parte muy interesante del documental es en la que se repasan las producciones que en lugar de batallar contra las descargas y culpar de todos los males a internet, lo usan y sacan partido de él. Proyectos como El Cosmonauta en el que cualquiera se puede convertir en productor de una película. O como el de Autoreverse, la netlabel o sello discográfico que trabaja con internet. O la librería/editorial/distribuidora Los traficantes de sueños, cuyos libros tienen licencias Creative Commons o copyleft (que se pueden comprar por internet, en la propia librería o, en Zaragoza, en La Pantera Rossa o algunos directamente descargarlos gratis desde su página). Parece que opciones no faltan. Además, en el documental se recuerda que la cultura no se restringe a las industrias culturales: no toda la cultura se compra y se vende, sino que buena parte de ella la ofrecen grupos no profesionales o altruistas. Y sigue siendo cultura.
Es curioso que una de las frases más inteligentes del documental la dice Pep Domenech, un chaval de 14 años al que le gusta remezclar vídeos y colgarlos en internet: "Estaría muy mal coger imágenes de otra persona para ganar dinero, pero lo que no me parece mal es que utilices esas imágenes o sonidos pero sin que ganes dinero". Quizá sean jóvenes como Pep los que vengan a poner un poco de cordura para que el asunto de los derechos de autor no sea para algunos, como dice Javier de la Cueva (abogado experto en propiedad intelectual) "todo por la pasta".