Un incendio destruyó ayer por la noche la sede de la revista satírica francesa Charlie Hebdo. La publicación ha publicado hoy un especial en el que se critica el ascenso al poder de partidos islamistas en Túnez y Libia, en cuya portada aparece una caricatura de Mahoma, como podéis ver aquí. La revista recibió varias amenazas y, tras el ataque, su página fue pirateada y redireccionada a una página con el encabezamiento "No hay otro dios que Alá" en inglés. Hoy su página no funciona.
Así han quedado las oficinas de Charlie Hebdo tras el ataque |
Y la polémica ya está servida (otra vez): ¿publicar estas imágenes del profeta es parte de la libertad de expresión o es una blasfemia que debe ser castigada? Por ambas partes la respuesta está clara: para la Justicia francesa estas caricaturas no son delictivas, como ya dictó hace cuatro años, cuando la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia y la Gran Mezquita de París denunció a Charlie Hebdo por publicar un dibujo similar. Y para los musulmanes integristas (y subrayo lo de integristas), la respuesta ya se ha visto.
Que Charlie Hebdo buscaba provocar y que está en su derecho, está claro. Pero que no ha buscado la mejor manera, también: insultar a todos los musulmanes no es la mejor manera de criticar a los radicales. Pero claro, de ahí a atacar la redacción hay un trecho. Si uno se siente insultado, denuncia. Si se cree que la sentencia vulnera sus derechos, recurre. Pero no quema un medio de comunicación. Sobre todo cuando "lo peor es que esos tres gilipollas van a hacer pasar a todos los musulmanes por integristas", como ha dicho el propio Stéphane Charbonnier Charb, el director de la revista.
A todo esto, Charlie Hebdo tiene alojamiento de emergencia: la redacción de Libération. El número ya no está en los kioscos, pero porque ha sido tan vendido que no quedan existencias. Si querían hacerlos callar, no han elegido el mejor camino...
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