lunes, 12 de septiembre de 2011

Vida y ... de Mackie Navaja

Ladrones, mendigos, putas, policías y la visita del Papa. No, no es lo que pensáis: estos son los ingredientes que forman "La ópera de los tres reales", que el sábado y el domingo se ha representado en el Teatro Principal de Zaragoza. Eso sin olvidar el más importante, el personaje de Mackie Messer, más conocido como Mackie Navaja (o, como aquí, Mackie de la Faca), que ha inspirado cómics y muchas versiones de su "Balada de Mackie el Navaja".

Mackie Messer (Luis Tosar en la versión del Centro Dramático Gallego) es el mayor criminal de la ciudad. Pero comete el error de casarse en secreto con Polly Peachum (Muriel Sánchez), la hija del rey de los mendigos. A su padre no le hace gracia el enlace y decide que Mackie tiene que acabar en la horca. El jefe de policía (un divertidísimo César Goldi) será amigo de Mackie, pero Jonathan Peachum (Marcos Orsi) se guarda un as en la manga...

Las críticas al sistema bancario, a la corrupción y el capitalismo pueblan la obra y la similitud con la situación actual hace reír por no llorar. Hay que recordar que, aunque por el tema pueda parecer actual, Bertolt Brecht escribió la obra en 1928. Nada nuevo bajo el sol, al menos en lo básico.

Lo mejor de cada casa, sobre las tablas del Principal.
Foto: Heraldo

Antes de la obra, se avisó de que parte del reparto tenía laringitis. Si no lo hubieran dicho, probablemente la mayor parte del público ni nos hubiéramos dado cuenta. Al fin y al cabo, unas voces con pequeñas imperfecciones parecen más propias de unos personajes salidos de los bajos fondos que las de unos cantantes de ópera.

Otro elemento que a priori podría parecer un inconveniente es que las canciones estén en gallego, pero en realidad transmite una imagen mucho más cercana a la imagen que podemos tener de la ópera (cantada normalmente en alemán o italiano) que si hubieran sido interpretadas en castellano. El único problema es la traducción, que aparece en un luminoso colgado en la parte superior del escenario y que a veces hacía un poco difícil seguir la letra y lo que ocurría en el escenario al mismo tiempo.

El escenario, con solo un par de escaleras y unas trampillas, deja casi todo a la imaginación del espectador. Es la puesta en escena la que da los toques surrealistas, como una imitación a Charlot y una detención al estilo de los títeres de cachiporra, que provocaron las carcajadas del público.

La temporada teatral se ha estrenado con una obra divertida, provocativa y mordaz que pondrá el listón alto a los que vengan detrás.

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