viernes, 22 de octubre de 2010

El solista

Hoy unimos dos de los asuntos de los que hablamos hace dos semanas: cine y salud mental. En realidad la unión la hace la película "El solista", dirigida por Joe Wright. Además tiene un tercer elemento que por estos lares nos gusta mucho, el periodismo.


Robert Downey Jr. es Steve Lopez, un periodista que busca una noticia. La encuentra en la calle, escuchando a un músico ambulante, Nathaniel Ayers, al que da vida el estupendo Jamie Foxx. Sorprendido de su calidad y forzado por tener que escribir su columna, investiga sobre él. Por fin descubre que estuvo dos años en el conservatorio, donde era una figura del violonchelo, pero del que salió asustado por las voces que oye en sus accesos de esquizofrenia.

Además de las buenas actuaciones de los dos protagonistas (a las que por otra parte nos tienen acostumbrados), creo que el retrato del periodismo y de la esquizofrenia están bastante logrados.
Por un lado, tenemos a un redactor con un personaje un pelín estereotipado (bohemio, demasiado centrado en su trabajo y que olvida con facilidad los sentimientos de los demás... aunque, si en la mayoría de las películas aparecen así, ¿nos volveremos como ellos? A veces me doy miedo). Ahí vemos como un periodista es su noticia: hasta que no encuentra a Nathaniel el peligro del despido le ronda, mientras que cuando su columna se hace famosa le dan premios, quieren que publique un libro... Por otro, Nathaniel es sobre todo un gran artista, una persona con un problema y que lo que necesita es la ayuda de un amigo.

La película muestra las condiciones en las que viven muchos en Los Angeles, mendigando por las calles, y la doble moral de los políticos: ante los periódicos dicen que van a ayudarlos pero en realidad su intención es ocultarlos de la vista. Bueno, eso creo que no pasa solamente en Los Angeles...

Otro acierto de la película es la dirección, con momentos como el vuelo de las palomas tras el concierto de Nathaniel en mitad del túnel o su sinestesia mientras escucha un concierto.

Quizá su mayor fallo es su lentitud, más teniendo en cuenta que dura casi dos horas, pero merece la pena.


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