martes, 19 de octubre de 2010

En busca de la felicidad

En estos momentos de crisis, de crispación social, de manifestaciones (uy, perdón, me equivoqué de país)... en fin, en estos momentos no parece que se respire felicidad. Por eso precisamente hoy empieza en Madrid el I Congreso sobre la Felicidad, organizado por una empresa de refrescos de cola (¿necesitáis más pistas?). ¿Qué tienen que ver los refrescos con la felicidad? Ni idea, pero la cuestión es que gente tan dispar como Eduard Punset o Edurne Pasabán van a reflexionar sobre ese estado que parece que se nos escapa.

Esta mañana, Javier Urra (catedrático de psicología y ponente en este congreso) ha hablado para En días como hoy (RNE1). Para Urra, la clave de la felicidad está en ser positivos y relativizar. Es decir, en pensar que las cosas van a mejor y centrarse en lo que tenemos y no en lo que nos falta. Por ejemplo, si estás estudiando Periodismo, tienes que pensar que puedes hacer radio y olvidarte que a saber si el próximo cuatrimestre tendrás un plató para las prácticas de televisión. Pero quieta, que me voy de tema...

Parece fácil eso del pensamiento positivo, pero no lo es tanto si lo que nos falta es el trabajo o la salud. Los problemas de dinero, junto a la salud y el amor son lo que más infelices nos hacen. En el mismo programa han explicado que según un estudio realizado por la marca de marras, el 60% de la población española dice ser "feliz o muy feliz". Supongo que en ese 60% no están los parados, ni los que no llegan a final de mes, o los que directamente viven en lo que llaman "por debajo del umbral de la pobreza" (bonito eufemismo, ¿verdad? Es que decir que son pobres es feo y parece de país atrasado, con lo modernos que somos).

Pero hay gente más feliz entre los europeos: los italianos. Claro, con un presidente-cantante la vida se ve de otra manera... De los españoles, los más felices son (un redoble, por favor)... ¡los aragoneses! Hombre, si hicieron la encuesta la semana pasada, me lo creo. Si no, habrá que patentar eso de ser pocos y dispersos, las obras del tranvía, la corrupción en Miami... digo en La Muela, el ser un páramo cultural y a la vez optar a la capitalidad cultural europea, etc.

Parece que con todo esto piense que es imposible ser feliz. No, ni mucho menos. Sin embargo, ser feliz no tiene por qué estar reñido con saber que hay muchas cosas que deberían (y tienen que) cambiar. Es decir, que hay que relativizar, pero también luchar por lo que es justo.

Hala, a ser felices y concienciados.

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