domingo, 14 de noviembre de 2010

Matar al mensajero

 Ángel Cabrera y Àngels Barceló informan desde El Aaiún. EFE
Marruecos no quiere periodistas en El Aaiún. Lo ha demostrado expulsando a tres periodistas de la Cadena Ser (Àngels Barceló, Nicolás Castellano y Ángel Cabrera), quitándole la acreditación al corresponsal de ABC Luis de Vega, no dejando desembarcar al grupo de reporteros españoles que viajaban desde Gran Canaria... Incluso la compañía aérea marroquí Royal Air Maroc impidió la entrada en El Aaiún al reportero marroquí Ali Lmrabet, colaborador de El Mundo. Uno de los últimos retenidos por las fuerzas de seguridad marroquíes es Guillaume Bontoux, periodista francés colaborador de Radio Exterior (RNE), que se encuentra incomunicado en el aeropuerto de la capital y que espera poder salir del Sahara esta tarde.

A pesar de los evidentes impedimentos que la policía marroquí pone a la información, los medios de comunicación se han podido hacer eco de los testimonios de saharauis que han salido de la capital. Hablan de represión tras el asalto al campamento de Gdeim Izik, la violencia desatada en la capital. La imposibilidad de entrar en el territorio impide a los periodistas saber si esto es verdad.

El ministro de Comunicación y portavoz del Gobierno marroquí, Jalid Naciri, denunció ayer "una auténtica deriva rencorosa y racista" de algunos medios de comunicación españoles, que realizan "manipulaciones abyectas y a montajes inmundos" con las informaciones. Sobre la supresión de la acreditación del corresponsal de ABC, explicó que "se permitió calificar a nuestro país de dictadura y a los marroquíes de colonos".

Es cierto que los periodistas españoles han tenido fallos: EFE publicó una fotografía sin asegurar su procedencia, que resultó ser de un bombardeo en Gaza en 2006, por lo que pidió disculpas. También El País habló de un comunicado del comité del campamento aludiendo a la autodeterminación del pueblo saharaui. Este comunicado no existió, aunque muchos de los participantes reconocieron que estaban de acuerdo con los independentistas. Pero de ahí a decir que estos fallos tengan como causa el racismo, parece que hay un mundo.

1 comentario:

  1. Aquí tenemos un claro ejemplo de que aunque haya teléfonos móviles, internet y mil inventos todavía es posible impedir la comunicación de una manera tan miserable. Y los periodistas son (o somos) los que lo vamos a sufrir en primera persona: Es a nosotros a quien cortan la lengua.

    Buena entrada, Silvia. Nos haces reflexionar.

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