Después de la comida, no nos hemos podido resistir a tomar un rehén… Piensen que el periodismo está en crisis, que somos estudiantes y que las hipotecas de nuestras casas las terminarán de pagar los hijos de los hijos de los hijos de los nietos de nuestros hijos. Por eso, la idea era pedir un rescate al restaurante.
Al principio, el rehén no quería venirse con nosotros pero ahora parece haberse adaptado a la perfección a nuestro modo de vida. Le estamos intentando enseñar a hablar como un locutor de radio, pero parece que prefiere la prensa escrita. Le estamos cogiendo mucho cariño y no sabemos si al final pediremos rescate por él. La otra alternativa era comérnoslo pero… ¡es tan mono! Lo malo es que ya tenemos bastante con la competencia entre personas periodistas, como para que encima haya panecillos periodistas...
Mientras él escribe sus cosas (por ahora no nos las deja ver hasta que las corrija) nosotros seguimos trabajando colgando fotografías de las ponencias, terminando de redactar algún post, organizándonos para mañana... Así que ya nos véis, trabajando hasta en la cama.
En fin, es la una de la madrugada y el panecillo quiere irse a dormir, así que cerramos el chiringuito por hoy.
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