viernes, 12 de marzo de 2010

¿Agoniza el legado de Gutenberg?

Hace cinco años que Albert Cuesta no compra un libro impreso. No es que haya dejado de leer, simplemente ha cambiado el formato. Con el desarrollo de los nuevos libros digitales y de una serie de soportes diseñados para ellos, parece que los libros en papel se pueden convertir en los nuevos discos de vinilo. No es tan difícil imaginar un mundo donde solo los coleccionistas, los “letraheridos” que decía Javier Rioyo en su charla, guarden en su estantería un Quijote en su edición impresa.


El mercado del libro digital esta mucho más avanzado en EEUU, donde ya un 32% de los libros electrónicos se leen en los Kindle y un 11 % en los Iphones. Pero va avanzando inexorablemente por todo el mundo. Y es que el formato digital tiene muchas ventajas. Ya no necesitas cargar con 40 libros en la bolsa de viaje cuando puedes llevar cientos en el espacio que ocupa uno solo. Se acabó también eso de leer a la luz de una linterna a altas horas la noche bajo las sábanas de tu cama porque el libro digital tiene su propia luz. Otra de las ventajas que, por ejemplo, posee el Kindle, es que se conecta directamente a Amazon, la tienda de libros online. Lo malo es que se pierde el libro como ese objeto tangible, que es tuyo y de nadie más. Decía Albert Cuesta que cierta vez esta misma empresa, Amazon, vendió un determinado número de ejemplares del libro de Orwell “1984” sin tener los derechos para hacerlo. ¿Qué hizo? Borró a sus usuarios la nueva compra y luego les devolvió el importe.



Esto me hace pensar. Imaginaos que un día se prohíbe la difusión de un libro. ¿Qué impediría a Amazon en este caso hipotético borrar de un plumazo todos los ejemplares de sus usuarios? ¿Puede que nos hallemos ante un nuevo tipo de censura? Amigos, solo nos queda esperar.

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